En 1841, ya sacerdote, es don José Cafasso –hoy santo–, su confesor y padre espiritual, quien lo ayuda a ir al encuentro de los jóvenes más abandonados de Turín: los muchachos que pueblan la cárcel. Recorre las calles de Turín descubriendo en el rostro de tantos chicos explotados por sus patrones, de tantos otros desocupados y abandonados a sí mismos, la llamada de Dios a ser padre, maestro y amigo.
Desde su propia historia de orfandad y pobreza, releyendo los signos de la presencia tierna y fuerte de la paternidad divina en su vida, con la creación del primer Oratorio en Valdocco, dará respuesta concreta a esa juventud pobre, abandonada, en peligro y peligrosa. Juanito se hará entonces Don Bosco, y Don Bosco será casa, patio, escuela y parroquia para sus jóvenes. Su método educativo será el Sistema Preventivo.
Don Bosco siempre tuvo colaboradores: sacerdotes y laicos. A fin de darle continuidad a su obra, el 18 de diciembre de 1859 funda la Sociedad de San Francisco de Sales, más conocida como Congregación Salesiana o Salesianos.
Desde los talleres y las aulas de Valdocco el Oratorio se expande a Francia y a España. Se hace misionero, y su Obra cruza el océano para llegar a América. Entre las múltiples iniciativas del fundador de los Salesianos, destacan las Lecturas Católicas y el Boletín Salesiano, en las que se comprueba la importancia que Don Bosco dio siempre a la prensa.